May 16, 2013

Por ahora, no pido nada más.

Nunca le había dado muchas vueltas a este tema hasta que quedé embarazada. En ese momento fue que, tampoco sin pensarlo mucho, supe que quería amamantar a mi bebé. Al tiempo que busqué información sobre los síntomas del embarazo, también lo hice sobre la lactancia materna. Pero quizás no lo suficiente. No sabía lo complicado que podía llegar a ser. Cuando ya tenía 6 meses y estaba haciendo compras, no tenía en mente comprar teteros, ni esterilizadores; pensaba que lo más sensato era esperar a ver qué podía ser necesario. Yo confiaba en que si yo quería amamantar, simplemente sucedería. Tampoco imaginé nunca que podía tener un parto prematuro. Todos los exámenes que religiosamente me fui haciendo a lo largo del embarazo estaban perfectos. Pero una semana después de hacer la lista para el Baby Shower, cumpliendo 30 semanas y 3 días de gestación, mi pequeña Abril decidió nacer. Nació por cesárea, por ruptura prematura de membranas; gracias a Dios, muy sana y con las mínimas complicaciones para un bebé pretérmino: pesó 1.605 gr. y midió 43 cm.

Desde el momento en que llegué a la sala de emergencias con dolores y la hora en que me dijeron que la bebé tenía que nacer, todavía pensaba que todo estaba bajo control. Una vez que se tomó la decisión y el doctor llegó, todo fue muy rápido e inesperado. Yo lloraba del miedo. Abril tuvo que quedarse en la UCIN por 23 días. Pude verla por primera vez esa noche y desde ese momento dos veces al día por una hora. Pude tocarla al tercer día. Pude cargarla tres días antes de traerla a casa. Días difíciles...

A la semana de salir de la clínica fui a una cita con una especialista en lactancia, necesitaba saber si iba a poder dar pecho a mi bebé. Yo lograba extraer un poco de leche manualmente y la llevaba a la clínica, pero era muy poco. Allá me explicaron muchas cosas, me demostraron otras, me dieron muchas esperanzas y alquilé un extractor de leche. Lo usé hasta casi un mes después de que la bebé estaba ya conmigo. No había manera de que Abril se pegara al pecho. Ella tomaba tetero sin problema, una onza y media cada tres horas; yo apenas producía eso en medio día, así que le completamos con fórmula. Ella necesitaba ganar peso. Con todos los riegos que podíamos correr, pues ella tenía muchas restricciones de salidas y contacto con otras personas, la llevamos a otra cita a la semana de salir de la UCIN. Fue una sesión intensa en la que después de casi una hora de intentos, manos, y aparatitos ella lo logró por unos segundos. Me fui de allí con técnicas y la idea de que haciendo el intento unas cuantas veces más lo lograríamos. Pero no fue así. Fueron momentos muy difíciles. Ella lloraba, yo lloraba. La hora de la comida se hacía casi insoportable. Después me ayudé con pezoneras y aunque también costaba, lograba que tomara un poco, siempre antes de darle el tetero.

Ahora agreguemos el ingrediente: depresión posparto. Me sentía muy mal. Pensaba en que nada había salido como lo esperaba. Extrañaba mi barriga enormemente, extrañaba a mi bebé mientras estuvo en la clínica, nunca pensé que nacería prematuramente, no lograba amamantarla cuando la tuve conmigo, no podía recibir visitas. ¡Eran tantas cosas! Busqué información hasta el cansancio. Gracias a eso supe que amamantar no siempre es tan fácil como lo pintan. Y me di cuenta de cuánta información hay para convencer sobre los beneficios de la lactancia materna y lo poco que se dice para apoyar a quienes no lo logramos o lo logramos a medias. De algo tiene que servir lo que estamos haciendo ¿o no? Supe que la gente da consejos muy a la ligera; te dicen que lo intentes porque es vital, que hagas esto o lo otro. ¡Como si uno no estuviese ya intentándolo todo! Como si ya uno no se sintiese lo suficientemente frustrada e impotente. Todos tienen una opinión y la expresan no importa cuán dura sea. Casi siempre asumen que si no lo haces es porque no lo intentas lo suficiente, porque no quieres ¿y esto que quiere decir? ¿que mi bebé me preocupa menos que a otras mamás el suyo?

Cada mamá es diferente y cada bebé también.

Cuando se juzga en estos casos se hace mucho daño. Hacen que se sienta una profunda soledad, cuando lo que hace falta es compañía y solidaridad.

Una madrugada llorando desesperada, escribí un correo a la especialista, me desahogué y dije que pediría otra cita (cosa que al final nunca hice). Ella me respondió muy cariñosamente y me dijo algo que me puso a pensar: ''esto pasará, disfruta tu bebé.'' Después de leer eso decidí tomármelo con más calma. El tiempo pasa muy rápido, los bebés crecen volando y yo no iba a desperdiciar tantos momentos llorando frustrada y de mal humor. Seguí intentando ponerla al pecho siempre, a veces lo agarraba, a veces no. Si ella no quería, le daba el tetero y listo. Sin amarguras.

Hoy Abril tiene tres meses y medio. Desde hace aproximadamente un mes ella ya sabe tomar del pecho. Lo hacemos casi todas las veces antes del tetero. Sí, toma las dos cosas. A veces cuando está muy inquieta también le doy pecho. Y la verdad es que somos muy felices. Hace dos semanas pesó 5.400 gr. y midió 56 cm. Está muy sana y se ríe muchísimo. Por ahora no pido nada más.

®

2 comments:

  1. Hola Rosa!
    Mira tú! No había visto que tenías estas lindas anéctodas escritas de tí y de tu bebé, Abril. Hermoso nombre por cierto. Pues del tema de la lactancia, sus bondades, sus mitos y de su realidad yo también tengo muchos cuentos. Cuando quedé embarazada de Helena (la primera belleza que me envió Dios) así como tú, leí todo lo que pude de embarazos, lactancia, bebés, vínculos, desarrollo etc. Por supuesto que de la lactancia leí todo acerca de los grandes beneficios que tiene alimentar a tu bebé con lactancia exclusiva, que si aprender a hablar más rápido, que si pueden hablar muchos idiomas, que si se aumenta la motricidad, que nunca se enferman, que no les da alergia, poco probablemente asma y bueno, todo es bueno con la lactancia materna exclusiva. Helena nació a la semana 41 por cesárea programada ya que nunca tuve ninguna señal de parto. Imaginate! tuve una bebé bien rellenita con 3,910 kg y 51 cm, todo parecía estar bien y perfecto para empezar con el milagro de la lactancia; pero no fé así chama. Helena se pegaba tan bien que me hizo muchísimo daño en la piel los 2 primeros días, con la cesárea como es normal, me tardé un poco en tener leche y ella se desesperaba porque no le llenaba su pancita. Total es que yo estaba adolorida con los pezones irritados, rotos, sangrantes en fin, una tortura. La pediatra y las enfermeras que me atendieron esos dos días en la clínica me decían que insistiera, que era por su bien y yo temblaba cada vez que le tocaba comer a la peque. El daño en la piel que me hizo Helena (sin querer pobrecita) esos dos días tardó en curarse, con lo cual no podía darle el pecho. Como mi esposo y yo habíamos leído todo lo que pudimos, no queríamos darle ningún tipo de fórmula láctea porque sentíamos que ibamos a contaminar su sistema y su cuerpecito con un elemento extraño que podría resultar hasta tóxico, así que yo me la pasaba horas conectada al extractor para sacar 1 onza cuando Helena se la tomaba en menos de 10 segundos y encima se quedaba con hambre la pobrecita...fué horrible. Las dos primeras semanas fueron muy duras, todos llorabamos en casa y estaba como tú lo describiste, frustrada, brava, triste, insegura. Al inicio de la tercera semana, me pasó algo que hizo que cambiara radicalmente de opinión con respecto a darle fórmula láctea, me tuvieron que operar de emergencia y sacar la vesícula, estuve 1 semana ingresada con antibióticos, por supuesto mi esposo y mi mamá cuidaron a mi niña y le dieron fórmula, la cual Helena disfrutó como loca, dormía super bien y comenzó a ganar peso nuevamente. Cuando me dieron de alta y me fuí a casa de nuevo fué como el cielo y la tierra, una maravilla lo de la fórmula láctea, yo seguí sacandome la leche en la clínica así que no paré la poca producción que tenía y continuamos con lactancia mixta. Lo mejor de los dos mundos es mi humilde opinión. Te puedo decir que Helena tiene 2 años y parece una lorita de tanto que repite las palabras !en español y en sueco!, juega y patea la pelota, canta, baila y sencillamente es feliz, somos felices.
    Ya cuando tuve a mi segunda hija, Diana, tuve pequeños remordimientos cuando el primer día de nacida (también por cesárea programada) no me salió mucha leche y ella tenía hambre, seguro que las hormonas me jugaron una mala pasada. Pero ese mismo día no lo pensamos más, lactancia mixta y todo salió sobre ruedas, no estres, nada de frustraciones, nada de mal humor, Diana ya tiene 6 meses y es una bebé normal que hace lo que le toca hacer a una bebé de 6 meses jaja. Así que no te preocupes, a disfrutar de tu hija Abril que está para comérsela y a seguir disfrutando de la vida.

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    1. Gracias, Eidi, por tus comentarios y por compartir tu experiencia. No es fácil cuando uno cree ser la única con este tipo de inconvenientes jajaja. Definitivamente sabemos que la lactancia materna es lo ideal y si es exclusiva pues mejor pero cuando cuesta y las cosas no salen tal como lo planeamos tenemos que tratar de ir por el camino que nos de resultados y nos haga felices. No hay tiempo que perder :) Diana y Helena son una bellezas :)

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