Jun 9, 2013

Lazos en la UCIN.

De la primera vez que entré en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal para conocer a mi bebé no recuerdo a nadie. Tengo una visión borrosa de ese momento. Todavía recuperándome de la cesárea, adolorida, nerviosa, entré con la ayuda de una enfermera (lo sé porque hay una foto de ese momento). Sé que me puse a llorar cuando la vi en persona; había visto una foto que dejaron que tomara mi esposo más temprano, pero no era lo mismo, por supuesto. No recuerdo nada más, sino a una de ellas diciéndome que no llorara porque los bebés sienten y perciben nuestras emociones, que Abril me necesitaba feliz. Esa visita duró unos pocos minutos, pues era fuera de hora. Tampoco me fijé si en la sala había más gente, madres, bebés, nada.

















Durante los próximos 22 días tuvimos la oportunidad de conocer al equipo de enfermeras y médicos encargados de la Unidad y a otros padres que estaban más o menos en la misma situación. Cuatro familias nos encontrábamos todos los días durante las visitas, compartíamos la información que nos daban los médicos sobre nuestros bebés, angustias, alegrías y experiencias; hasta las costosas vacunas que piden para los prematuros que conseguimos que nos donaran. Como pudimos nos arreglamos entre todos.

Durante ese tiempo llegaban otros bebés, pero se iban rápido; algunos el mismo día, otros a la semana. Siempre quedábamos nosotros. Con el tiempo intercambiamos teléfonos con el fin de mantenernos en contacto una vez que le dieran el alta a nuestros bebés. Y así lo hemos hecho hasta ahora. Se forman lazos importantes. Nacen afectos que son difíciles de olvidar.

Todavía compartimos entre nosotras, las mamás de la UCIN, inquietudes, fotos y alegrías. Gracias a Dios por la tecnología (risas). Y era mi idea que en un futuro, en algún cumpleaños, aunque no estamos todas en Caracas, nuestros bebés se conocieran y compartieran juntos. Pero hoy amanecí con la tristísima noticia de la partida de uno de los compañeritos de Abril de la UCIN. Quizás lo hagamos algún día, pero lo extrañaremos mucho. No será lo mismo sin él. Juan Pablo, siempre te recordaremos.

Yo le agradezco profundamente a estos padres y a sus bebés; también a las enfermeras que se portaron de maravilla; cariñosas y divertidas. A ellas les entregué los recuerditos del Baby Shower que nunca llegamos a hacer y a los doctores una tarjeta de agradecimiento con la foto de Abril.

 















Si alguna vez, que espero que no, les toca pasar por esa sala, no duden en hacer amistad con los otros padres. Les dará fuerza, apoyo, aliento y alegría en medio de la angustia.

A todos: gracias.

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Jun 5, 2013

Llegaste.

(tomado de mi blog With love.)

Y de repente todo ha cambiado;
antes estabas por dentro.
Nada fue como en el boceto,
y ya no duermo tanto,
y me canso mucho,
y tú haces ruidos,
y yo dudo.
Todos los nombres que invento,
todas las listas que hago,
lo registros que llevo,
y te amo,
todo el tiempo.

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Jun 4, 2013

El despecho por la barriga.




















Debo confesar que muy poco sabía acerca del posparto en general; la depresión, la recuperación, la adaptación. Y en cierto modo no tenía manera de saberlo hasta que me tocara vivirlo. El despecho por la barriga -porque eso es: un despecho- forma parte de esta etapa. Como mi bebé tuvo que quedarse en la UCIN -pueden leer más sobre esto -->aquí<-- estaba muy triste; como desorientada. ¿Cómo es que dos días después me daban de alta y yo me iba a casa sin mi bebé?

He leído y escuchado que a todas o a muchas nos pasa que extrañamos la barriga una vez que damos a luz. ¿Y cómo no? si pasamos meses pendientes de ella, de los cambios, de lo que sucede adentro, de lo que sentimos, de cómo se ve, de cuánto ha crecido. Supongo que en mi caso y en el de las mamás que pasamos por una situación similar el despecho es más fuerte o se nota más. Tenemos más tiempo para darnos cuenta de esto pues no estamos todavía ocupándonos realmente de nuestros bebés. Todo se junta.

La primera semana lloré todas las noches. Lloraba por mi barriga, esa es la verdad. Mi bebé estaba estable, gracias a Dios muy bien, y claro que estaba preocupada y triste por no tenerla conmigo, pero sé que lloraba por la barriga. Porque de repente ya no estaba ella allí, lo más cerca que podía estar de mí. A eso era a lo que estaba acostumbrada. A todos lo sitios a donde iba: supermercados, centros comerciales, panaderías, lo que fuese, pensaba: la última vez que estuve aquí estaba embarazada. Y suspiraba.

Sé que hay mujeres a quienes la barriga les incomoda, que por las hormonas -las responsables de todo jaja- se sienten feas, mal, desajustadas. Yo a pesar del malestar -que fue leve- de los primeros meses me sentí mejor que nunca. Y aunque todas me decían: el último mes no vas a querer tener más barriga. Yo hubiese querido vivir esa última etapa. Una de las cosas que sentía era eso: que me habían quitado parte de la experiencia.

Por lo menos sentí a mi bebé moverse dentro de mí. Al principio decía que era un pájaro carpintero, apenas sentía suaves golpecitos repetidamente. Ya hacia lo último, los siete meses, sentía más fuerte, sobre todo los movimientos; de hecho podía verlos, parecía que en cualquier momento por algún lado saldría un pierna o un brazo. Y ya me incomodaba muchísimo estar acostada, pues ella se ponía en posiciones que me dolían. Pero me hacía muy feliz.

Una amiga me dijo un día en el supermercado ¿verdad que es el mejor estado en que uno puede estar? No hay nada más rico que las caricias que tu bebé te hace desde adentro. Yo le doy toda la razón.

Ahora voy a todos esos sitios, a donde recordaba haber ido embarazada, feliz porque voy con my bebé en su cochecito.

Como todo, esto también pasa. Ya hace tiempo que no estoy despechada pero siempre voy a extrañar mi barriga y a recordarla como una época maravillosa de mi vida.

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