Mar 9, 2015

Abril de dos años (y de viaje).

Abril ya tiene dos años, y casi dos meses. Está inmensa. Estamos de viaje desde hace casi dos meses. Entre los sitios que hemos visitado estuvo Disney World y aunque ni ella (por supuesto) ni yo nos subimos a una montaña rusa (sepan que no me gustan) esta etapa de su vida, y la nuestra, ha sido bastante parecida a una. Con la diferencia, claro está, de que a este vagoncito sí lo amo con locura.

Todavía me pasa que no logro entender siempre lo que quiere. Otras veces simplemente no puedo hacer o dar lo que ella pide. Así que nos han tocado momentos de locura dentro y fuera de casa. No siempre sé cómo manejarlos, por no decir nunca, pero lo he hecho, a veces de mejor y otras de peor manera. Ahí vamos tratando de entendernos.

Mi experiencia de viajar con ella por tanto tiempo ha sido intensa. Todo se junta: la edad, lo nuevo, el cansancio, la euforia, el miedo, lo extraño. La primera semana pensé que no lo lograría, pero aquí estamos: creciendo. 

He comprendido más que nunca que nuestro estado de ánimo es altamente contagioso. Que descansar siempre es una mina de oro. Que todo cambia siempre y que está bien cambiar. Que es más fácil ceder muchas veces aunque parezcas débil. Que ser débil también es válido, y sano. Que generalmente otros no te entienden y está bien porque la verdad es que en muchas situaciones hay que estar en los zapatos del otro para entender (no está demás un poco de discreción y empatía, desconocidos en la calle).

Una tarde helada en New York, Abril acostada en la acera de cualquier calle, negada a caminar, montarse en el coche, o cualquier cosa. Yo cruzando los brazos, pensando: Dios mío, ahí vamos otra vez... Una mujer sale del edificio a fumarse un cigarrillo frente al sitio donde Abril decidió que era oportuno acostarse. Yo ni la miro. Una vez más estoy intentando hacerme la invisible. Ella igual me ve y dice: "Just breathe, mom" (Solo respira, mamá). Yo solo alcanzo a decir mirándola de reojo y suspirando: "Yeah..." (Sí...). Luego pregunta que cuántos años tiene y cuando le respondo me dice: "Ahhh, the terrible twos. I got a three year old at home" (Ahhh, los terribles dos. Tengo uno de tres años en casa). Sonríe. Yo sonrío. Ella apaga el ciagrrillo en el suelo y entra al edificio. Yo levanto a Abril y avanzo una cuadra sientiéndome un poco más fuerte y agradecida con ella. Thanks, fellow mom!

Hemos disfrutado, paseado, conocido cosas nuevas y aprendido muchas más. Así que todo bien.

Abril también se ha dado cuenta de que la entendemos cuando habla (no siempre, pero casi siempre). Sentir que se comunica la hace muy feliz y yo no puedo hacer más que sentirme feliz con ella. A veces me dice frases que no entiendo, le pido que lo respita, lo hace y quedo en las mismas. Ella se queda como pensando y desiste sin problema. No sé si piensa que luego lo intentará, si busca otra forma de decirlo o si piensa: ya entenderás, mamá. Pero las veces que la entiendo y repito lo que dice, ella sonríe ampliamente y casi puedo decir que también suspira satisfecha de su logro. ¡Qué belleza!

®

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